Cada mes publicaré una entrada con mis experiencias y dando un punto de vista positivo con una razón para luchar, una razón para vivir.
Abrazos. Una razón para curar
Un abrazo puede significar muchas cosas. Es una liberación de endorfinas del cerebro y tiene la capacidad de curar el alma y el cuerpo.
Y es que abrazar alivia la ansiedad, reduce el estrés, aleja la soledad, derrota el miedo, comunica sentimientos y estimula los sentidos.
Un abrazo es un momento mágico. Libera tantas emociones y sentimientos que es capaz de crear un vínculo fuerte y duradero. Es capaz de curar nuestra alma.
Creedme si os digo que hay abrazos que nunca se borrarán de tu memoria, permaneciendo como un recuerdo inalterado con el paso del tiempo.
La enfermedad pasa por momentos duros. El cáncer es un compañero de viaje al que todo le molesta y que deja muchas veces en soledad a quien lo sufre. Es ahí cuando aparece la medicina que todo lo cura. Un abrazo nos aleja de ese aislamiento, para unir piel con piel y sentir como se erizan todos los poros de nuestro cuerpo. Liberamos sentimientos y creamos esa mágica sensación de no importar lo que está a nuestro alrededor. No podría definir que beneficios aporta, lo que sí os puedo decir son los sentimientos que generan y el poder infinito de nuestra mente para ayudarnos a combatir con más energía al enemigo que todo lo quiere. Aquel que entra en nuestro cuerpo decidido a arrebatarnos todo lo que nos hace felices.
Este verano pude sentir la expresión más sincera de cariño que es un abrazo, aquel que pude compartir con mi madre, transmitiéndole mis fuerzas y el apoyo para seguir con la lucha, dejándole claro que ahí estaré, ahí estará su familia y todos los amigos que formamos este gran grupo.
Fue en ese momento mágico, y sólo allí, cuando sentí lo profundo de un abrazo. Aquello despertó sensaciones en mi interior que no sabría describir, aquello que se siente al recibir un abrazo de verdad.