que castigan nuestra mente y torturan nuestro cuerpo.
Dolores que no se explican, ni se entienden,
son dolores compartidos, de quien quieres y a quien sientes,
que no se apagan, como vela que resiste, por el tiempo desgastada.
Son dolores camuflados y escondidos, que no dejar ver cuan sufrimiento.
Muestran valentía de una fuerza sobrehumana, acto de amor sin límites, una sinrazón de tanta bondad.
Tus dolores resisten para seguir viviendo, para disfrutar un día más de quien quieres. Oportunidad irrepetible de verles crecer, alegrándote las tardes, comprobando ese amor, protección y fidelidad de quien te acompaña en cada maltrecho paso. Generosidad infinita de una lucha que, poco a poco, llega a su fin.
Nos quedan esos momentos, felices a nuestra manera, con pasión y llenos de profundo amor. Ese amor sincero, libre, destapado e infinito. Un amor que creció en tu vientre y que perdurará a pesar del tiempo.
Entre el cancer y la muerte de mi padre creo que lo segundo me ha dolido más:(
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