lunes, 29 de febrero de 2016

Una nueva corriente de Optimismo y Confianza

     Vivimos tiempos de incertidumbre y desazón. Aquella que nos impide, en muchas ocasiones, ver más allá de lo que tenemos delante. Hemos de recuperar la autoestima perdida. Generar confianza en todo lo que nos hace felices y creer en la ética, el compromiso con los demás y la capacidad de sacrificio son valores de una sociedad mejor, en el que premiamos la búsqueda de la verdad para pacientes y familiares. 
     
     No son frases dichas al azar, sino palabras de homenaje al Doctor Albert Jovell que tuvo en su propia experiencia un motivo para ver la enfermedad desde el punto de vista más humano y difícil, el que vivimos en primera persona.




     Cuando hablamos de optimismo para enfrentarnos a una lucha diaria, como es la del cáncer, hablamos de una fuerza tan intangible y difícil de medir como curativa y regeneradora de emociones. Son estas emociones las que, a veces, nos llevan a vencer la razón, a superar obstáculos que parecen infranqueables. Y lo hace porque el poder de nuestra mente y la actitud que adoptamos frente a la vida, supone siempre una inyección de energía que nos permite ver la realidad mucho más positiva. 

     He visto muchas veces como las palabras de un médico son terapéuticas y hacen que el rostro de su paciente muestre un alivio de valor incalculable. Una terapia que no supone esfuerzo y que demuestra lo grande y humano de los profesionales, la bondad de quien se sienta frente a frente. Es la confianza generada entre los dos la que, a veces, empuja hacia adelante un camino que recorrerlo sin su ayuda se hace largo, pesado y a veces interminable.  




     Confianza y optimismo son dos valores humanos que suponen razones más que suficientes para luchar diariamente contra el cáncer. Un compromiso diario con nosotros mismos y con aquellos que nos rodean, dignificando al ser humano y mostrando las bondades del mismo.

lunes, 15 de febrero de 2016

Un grito unido: Luchar, luchar y luchar


Seguro que habrán escuchado historias de personas anónimas que han librado la batalla al cáncer. Este mundo esta lleno de héroes y de ejemplos de los que aprendemos cada día.

Yo quiero contarles mi historia, la historia de mi madre, de su lucha diaria con la enfermedad y como el amor puede ser el motor que plante cara a las adversidades.



Hace ya 5 años que recibimos la noticia, en una sala de urgencias, cuando aquel médico nos dijo que el cáncer había entrado en nuestras vidas. Aún recuerdo esos largos silencios mientras digeríamos la noticia: ¿por qué ahora? Es difícil buscar la explicación, no la tiene, no la sabemos. Lo que si tuve claro, desde el principio, que la lucha había comenzado.

Creo que alguien que ha vivido el cáncer en primera persona o, como en mi caso, con alguien tan cercano e importante como una madre, coincidirá conmigo que pasamos por fases en la enfermedad que debemos ir superando rápidamente.

Ese primer momento en el que te dan la noticia llegan las preguntas, la rabia e impotencia, el llanto desesperado y la negación. Aún recuerdo las veces que he buscado la soledad para pensar y encontrar explicaciones que no hallé. 

Empiezas a aceptar la situación que te ha tocado vivir. 

Aceptas que tu madre tendrá que luchar día a día con visitas al hospital, tratamientos y sesiones de quimio, altibajos físicos y emocionales, una larga batalla que nos prepara y nos enseña a ser una persona diferente, al menos en mi caso.

El cáncer me ha enseñado mucho, quizás una lección de vida que nunca hubiera querido conocer, pero a la que le debo ser mejor persona. Me ha enseñado a querer sin límites, a luchar sin rendirme, a disfrutar cada día como si fuera el último, a no esperar a mañana para decir lo que sientes y quieres. Esa ruleta rusa de emociones que nunca podrás parar.

Pero llega un momento en el que decides hacer de esa lucha, aquella que te une cada día más a tu madre, una lucha colectiva, buscando la complicidad y ayudándote de las personas que quieres para comenzar a gritar al mundo la parte positiva de este camino que iniciamos sin quererlo. 

He podido comprobar que la unión hace la fuerza, aquella que se insufla a quien más lo necesita para llenar sus depósitos de energía y afrontar el reto de vivir cada día con intensidad

“Luchar, luchar y luchar” es un grito de esperanza tan lleno de contenido como de emociones. Mantener intactas la ilusión y el coraje necesarios para vivir. 






Recuerdo las palabras de un gran amigo cuando explicaba el significado de este grito: Luchamos cada día por nosotros mismos, por aquellos a los que queremos y luchamos por todos los que, sin conocerlos, tenemos la necesidad de ayudar. Aquí, casi sin pensarlo y dejando que las palabras fluyan, te das cuenta la inmensa suerte de tener a personas que nos demuestran su fuerza, coraje, entrega, generosidad, compromiso y mucho amor para seguir agarrándose fuertemente a la vida. 

Ese amor que he demostrado a mi madre desde el primer momento, cada día, sin esperar. Si algo enseña esta enfermedad es a no guardarse nada para mañana, a saber lo importante de un abrazo, de un beso, a querer con pasión. Aprendí que esta vida está llena de oportunidades para agarrarte fuertemente a ella.

No dejes nunca de rendirte. 

En agradecimiento a todos los que estuvisteis a nuestro lado en algún momento y a los que seguís formando este equipo unido que lucha contra el cáncer.