lunes, 23 de mayo de 2016

La revolución de las emociones. 2ª parte

Qué difícil resulta encontrar el porqué de las cosas. Nos obstinamos en buscar el motivo y la razón de aquello que sucede de forma inesperada. No entendemos que es esa fuerza que nos empuja a sobreponernos a las adversidades. Esa fuerza tan grande como invisible. Es aquello que la razón no entiende.


Y es que mirar a nuestro interior y mirar a las emociones es descubrir aquello invisible capaz de mover el mundo y cambiar a las personas. Se me escapa una sonrisa entre muecas de una felicidad incontrolable. No quiero encontrar motivos, sé cuales son las razones para que te encuentres de nuevo en nuestro camino. Lo has logrado con fuerza y coraje, esa valentía de una mujer que quiere vivir y demostrar que con cariño todo se puede. La fuerza de lo invisible que nos ha llevado a transformar la ira y la rabia en fuerza y lucha. Esa fuerza y lucha que hemos alimentado de mucho amor y cariño para lograrlo. Cada día inyectando valentía y venciendo todos los obstáculos que se cruzan en nuestro camino.



Qué alegría sentir contigo esa recompensa, disfrutarlo en este momento. No es hora de bajar los brazos, la lucha continúa, quien dijo que esto ha acabado. No es hora de rendirse ni dejar de luchar, pero tampoco confiar que esto ha acabado. Igual que sentimos cada día amanecer, así debemos afrontar el reto. Despertar con el objetivo de dejarnos todo en las horas de luz y descansar cuando llega la noche y el sol se va. Como la luz de las estrellas, brillará aquello que hemos ganado y que dejamos en forma de legado.



Encontrar en las emociones la paz que buscamos, la inyección de fuerza y amor como un tratamiento que todo lo cura. Es hora de ser vulnerables y sentir, no tener miedo a lo que experimentamos, ser humanos.

Bienvenidos a la revolución de las emociones.


jueves, 19 de mayo de 2016

La revolución de las emociones. 1ª parte

Os quiero presentar, a corazón abierto, a quien luchó contra la adversidad y encontró en las emociones una fuerza invisible que todo lo cura. Superando obstáculos en su camino y haciendo felices a los niños, Rafa se ha convertido en un superhéroe y en un ser optimista que practica, cada día, la revolución de las emociones, la revolución de la alegría.


Dedicado a mi amigo Rafael Tarsicio López Martín.

"Yo perdí las razones en el mismo instante en el que tú te marchaste.
Todo dejó de ser importante.
Fue entonces cuando cayeron las defensas que durante tanto tiempo me empeñé en levantar... Sólo los valientes atravesaron mis fronteras y se sentaron al pie de la cama.
Murieron aquellas ilusiones que soñamos juntos esperando que algún día se hicieran realidad.. en ese instante todo se volvió diferente.

Soy de los que cree que sólo uno mismo puede mirarse hacia adentro y contemplarse desde la más profunda intimidad, que los ojos perciben la vida siempre en escala de grises, y que es el corazón el que decide con qué colores redibuja la realidad a cada instante.
Por eso cuando el corazón se rompe y se para, todo se vuelve gris.
A ti y a mí ya nos dieron malas noticias aquella vez y sentimos el dolor desgarrador del corazón al morir. Tú y yo sabemos que el alma puede doler.
Pero somos valientes. Hemos vuelto para ponernos en pie, cargados de un puñado de razones.
Tan sólo pasaremos por aquí una vez... entendimos la vida a base de retortijones y el dolor reescribió los argumentos de nuestra historia. Por eso hemos decidido volver a dejar latir libre a nuestro corazón. Nunca nos gustaron los hombres y mujeres grises.
En nuestra pequeña vida, la de nuestros alrededores y nuestras personas favoritas, la de nuestras pequeñas manías y la de aquellos hijos que nos besan y luchan por nosotros hasta el final... en esa vida en la que vivimos... ahí seremos nosotros quienes demos a todos razones para sonreír y devolver las ilusiones que murieron de pena y de incertidumbres. ¡ÉSA SERÁ NUESTRA REVOLUCIÓN!



Nadie vivirá por ti, ni sentirá como nosotros... nuestro corazón ya se hirió de muerte y esa cicatriz hace que, a veces, funcione un poco cojo, algo descompasado... pero cada instante que nos regala junto a los nuestros, compensa la minusvalía dejando que lata más fuerte por los costados que aún le quedan sanos.
Puede ser que nuestro corazón perdiera algún color tras el golpe... y será por eso que ahora veo diferente lo que siempre pensé que había sido así. Ya no te distingo igual... ahora te veo más adentro al contemplarte... y puedo mirarte a los ojos y decirte sin miedo que me pareces la persona más maravillosa del mundo.

Hemos aprendido a amar de verdad. Es la ventaja de haber resucitado. Ya no hay miedo al qué dirán tras un “te quiero”, aprendimos a abrazar juntando fuerte mi pecho con el tuyo, acercando los corazones y no las mejillas.
Arrancamos las mortajas de nuestros muertos corazones asesinados por las malas noticias y nos alzamos en pie a vivir diferente. Siempre queda una vida por delante, no nos conformaremos con una prórroga en tiempo de descuento. 

Estamos aquí y ahora.

Y aquí y ahora serán siempre el lugar y el momento oportunos para ser felices.



Decía Momo que el tiempo es vida y la vida reside en el corazón. Y nuestro corazón sigue latiendo con pasión y con ganas... nosotros no perderemos el tiempo en malgastar los segundos que no regala cada latido.
Somos luchadores y guerreros. Conocemos lo esencial, aquello que es invisible a los ojos, ¿recuerdas?. Y esa verdad nos hace invencibles. No optaremos por resignarnos a morir en vida mientras sigamos vivos.
Así empezará nuestra revolución, la de la alegría desmedida y regalada, la de las sonrisas y el cariño.
Enfermó el cuerpo, no el sentimiento. Nuestras emociones están intactas y libres tras desatar los nudos que oprimían nuestro corazón.
Le enseñaremos al mundo que se puede y se debe entender todo de forma diferente. Nada me diferencia de ti, tú y yo habremos de marcharnos algún día de este campo en el que nos recostamos a soñar contemplando las estrellas...

Pero quizás mis roturas me hagan marchar antes... y es por eso que olvidé ya las prisas. No te distraigas pensando que aún está lejos el día en el que todo será diferente... es verdad que no eres tú quien tiene monstruos corriendo por las venas... pero si te olvidas de ser feliz tan sólo conseguirás ser infeliz y gris por más tiempo.

La luz y el calor sólo entrará si subimos las persianas y dejamos las ventanas abiertas.
Déjame pasar.


Mi alegría será la mejor demostración de que el dolor físico nada tiene que ver con el dolor del corazón.
Nuestra revolución de la alegría reinventará la vida que aún queda por vivir.
No fueron ni mi sonrisa ni mis lágrimas las que enfermaron, ni mi ternura ni mis abrazos.
No murieron ni mis sueños ni mis ganas... ¡mis amores están sanos e intactos!
No le tenemos miedo a la derrota, ya no hay nada que perder. Lucharemos cada batalla frente a los aburridos y los cobardes con la certeza de que venceremos. Y seremos quienes den la buena noticia de que la vida es tan sólo aquello que percibimos mientras aún estamos vivos...
Jamás volveremos a morir en vida, ni dejaremos que nos ahogue la tristeza.
Esa es la valentía de los que librarán batallas en esta revolución.
Trataremos el cuerpo contra el dolor, mataremos monstruos juntos tú y yo... pero ¿quién cuidará de lo invisible? ¿quién acariciará el corazón y arrancará sonrisas cuando el cuerpo ya no tenga fuerzas para sostener los adentros?
A veces, en vez de vivir plenamente nuestras emociones tendemos a acallarlas por la incomodidad que supone pensar en el dolor. Éste es uno de los principales motivos por los que los sentimientos más desagradables suelen ser complicados de gestionar: no estamos acostumbrados a experimentarlos. Tapar los sentimientos sean del color que sean puede ocasionar el efecto contrario: lo que se tapa, tiende a salir con más fuerza en el momento menos oportuno, quizás con la persona menos indicada.
Ven, prueba a darle una oportunidad a la esperanza.
Enciende la vida y prueba a mirarlo todo con emociones renovadas.
Nunca creí en los milagros... pero sé que la alegría que devolvamos a quien la perdió será un paso más hacia nuestra preciosa victoria.
Permítete sentir todo aquello que mana a borbotones.
Inúndate de sentimientos y pasiones, de aquellas miradas que nunca te atreviste a cruzar, de aquellos abrazos que nunca diste... de aquellos “te quiero” que jamás susurraste.

Siente.
Ser feliz será ser uno mismo.
Ése será mi único motivo para luchar: verte reír de felicidad.
Sólo así cambiará nuestro mundo.
Este mundo que no es de ricos ni de talentosos, ni de admirados ni de inteligentes.
Este mundo que es tan sólo de quien se la juega.
Ganaremos aún a pesar de perder la partida. Jamás nos arrepentiremos de lo hecho cuando en el intento hayamos dejado toda el alma.
¡TODOS vinimos aquí para vivir!

Pedir ayuda, derrumbarse por momentos, equivocarse en el intento y reconocer en alto los miedos serán formas de dar pasos al frente. A ser valiente aprenderemos poniéndolo en práctica, siendo auténticos, reconociendo nuestra vulnerabilidad.
Sabemos que todo puede ser diferente y que juntos cambiará.
Tú y yo lo haremos.
Mírate en el silencio. Nuestro corazón se acelera emocionado cuando imagina lo que aún está por hacer y las sonrisas que nacerán por este empeño.
Porque una vez nosotros ya vivimos lo que otros hoy viven hoy tras las puerta del hospital... porque nosotros ya entendimos que el amor es lo único que sobrevive a la muerte.
Lucharemos hasta el final.
Seremos amor y aceptación. Cariño y abrazos largos donde se cierran los ojos y se esbozan sonrisas.

Seremos amistad y confiaremos en ti incluso cuando tú mismo hayas dejado de hacerlo. Andaremos siempre dos pasitos tras de ti por si caes, para sacudirte el polvo de las rodillas con cariño y comprensión.

Estaremos donde siempre nos encontramos cuando cae la tarde y empiezan a lucir las primeras estrellas.

Bienvenido a la revolución"


martes, 3 de mayo de 2016

Sentir lo que tu sientes. La Empatía

Cuantas veces he querido sentir lo que tú sientes. Ponerme en tu lugar para comprender el dolor que te atormenta, aquello que arranca de tus entrañas lo mejor de la vida, eso que no quieres compartir y que guardas en tu soledad sin que lleguemos a calcular donde está el límite.



Enfrentarse a una enfermedad como el cáncer debilita físicamente y conduce a una situación personal en la que se lucha contra el dolor apartando a quienes más queremos sin hacerles partícipes de este proceso. Sin embargo nos equivocamos cuando huimos del apoyo familiar para afrontar esta situación.

La comunicación y la comprensión, la constancia y la armonía son factores claves en la relación interpersonal entre el familiar y quien lucha contra la enfermedad.
Aprender a escuchar, tener paciencia y comprender el mal humor nos debe hacer sustituir la rabia y la impotencia por fortaleza espiritual y emocional necesarias para recuperar nuestras vidas.
El secreto reside en la Empatía.



¿Y qué es la Empatía? Es la capacidad de ponerse en el lugar del otro, de entender y comprender que pasa por su mente, llegar a sentir lo que sienten los demás.

La empatía es avanzar más allá del reconocimiento de emociones, es alimentar la conexión entre nosotros y los demás. Una elección donde no juzguemos, reconozcamos las emociones desde su perspectiva y favorezcamos la comunicación con la escucha activa.



No es una tarea fácil. Conseguir ser empático requiere de entrenamiento y de mucha consciencia para lograr una mejora de nuestro entorno.

Decía el doctor Albert Jovell: "Al empatizar con mis miedos y dudas como enfermo, tú, mi médico, ya habrás recorrido parte del camino necesario para que mi enfermedad sea más fácil de sobrellevar y con ello de solucionar"