domingo, 27 de marzo de 2016

Conócete a ti mismo

Puede resultar obvio indicar que uno es responsable de su conducta y sus sentimientos, pero no siempre es así. Estamos demasiado condicionados por nuestro alrededor, aquello que piensan los demás de nosotros. Y cuando se pasa por el duro trance de la enfermedad, tendemos a protegernos y aislarnos.

"Conócete a ti mismo" es una frase atribuida al filósofo Sócrates, cuyo aforismo hacía referencia a la inscripción del templo de Apolo en Delfos.
Más allá de la frase en sí, que considera el alma como un espejo donde poder mirarnos, deberíamos cuestionarnos continuamente:

  ¿Quién soy yo?  ¿Cuáles son mis sentimientos?  ¿Qué quiero hacer con mi vida?




Estas sencillas preguntas nos ponen en el punto de partida de un camino que empezamos a recorrer sabiendo que la solución están dentro de nosotros mismos. No podemos cambiar lo que nos sucede, pero si podemos cambiar nuestra actitud frente a ello.

Para poder llevar a cabo esta transformación personal, debemos aceptarnos tal y como somos, identificando nuestras capacidades y reconociendo nuestras limitaciones: Esto es el Autoconocimiento.

Pero no debemos quedarnos ahí, debemos Actuar. La solución está en nuestras manos y al actuar no debemos tener miedo a equivocarnos y a cometer errores.  Nosotros decidimos como afrontar el resto de nuestra vida. Busquemos una motivación diaria y convirtamos las emociones negativas en positivas.

Te propongo un reto, para que lo repitas cada mañana durante un tiempo y compruebes si se ha producido algún cambio.

Sitúate frente al espejo y repite cada mañana:

¡Mejora tu vida!

¡No te quejes, afronta los problemas!

¡Actúa, haz que las cosas cambien! 

¡Conviértete en protagonista de tu vida!  ¡¡VÍVELA!!




Empecemos a dar pasos hacia una nueva vida, la que nos permita afrontar cada día el reto mas importante, VIVIR.

Frente al espejo o frente a los demás, hemos de tomar decisiones valientes, sin temor a equivocarnos, porque así y solo así, sabremos quienes somos. Nos conoceremos a nosotros mismos.


martes, 8 de marzo de 2016

Mi vida tras la cámara. Fotografía terapéutica

Hoy quiero contarles la historia de una mujer valiente, que mostró su fortaleza y ganas de vivir cuando todo parecía estar en su contra. La enfermedad llegó en un momento difícil de su vida. Ella que había viajado y conocido tantos lugares, se vio, de repente, encerrada entre las paredes de un hospital. Le habían diagnosticado un cáncer de mama con 45 años.


Afrontar la enfermedad es un momento duro y difícil. Hacerlo sola puede convertirse en un muro infranqueable. Pero más allá de las dificultades, nuestra protagonista mostró su lado más positivo y enseñó a todo el mundo sus ganas de vivir. Empujó a su familia a luchar desde el primer día, a llevar los duros momentos de tratamiento con una sonrisa y a afrontar con energía el duro camino que tenía que recorrer. Esa misma energía que le hacía cada mañana, en la cama del hospital, soñar con muchos proyectos, vivir cada momento y disfrutar de su pasión, la fotografía.


Cuando la vida nos golpea, saca lo mejor de cada uno. En el caso de Carmen, emergió un carácter y unas enormes ganas de vivir, de devorar los días exprimiendo el jugo de la vida, de mostrar sus emociones y su legado a través de su inseparable cámara de fotos.


La fotografía consigue llegar donde las palabras no lo hacen y tienen un poder curativo en sí mismo. Captar  la esencia del momento, aprender a priorizar, buscar un ángulo que resalte la belleza de lo que nos rodea. En definitiva, hablamos de fotografía terapéutica. Una expresión artística que nuestra protagonista ha sacado mucho partido. La fotografía discurre de una forma paralela en su vida, deslizándose entre el arte y la supervivencia.



Carmen quiso recordar la evolución de su enfermedad y los cambios físicos y emocionales a través de auto-retratos. Un paréntesis en su vida que le sirvió como una expresión corporal única. Su cámara de fotos se convirtió en un vehículo de comunicación no verbal. Como expresó la artista británica Jo Spence, es darle una forma visual al proceso al que te lleva la enfermedad del cáncer, es hacer más visible lo invisible. El nacimiento del inconsciente, expresión que Carmen Nuñez ha reflejado con maestría y mucha expresión artística.


He querido mostrarles la fuerza y coraje de una mujer valiente, que conquista poco a poco y que se convierte en un apoyo importante de una lucha que se hace tan necesaria cada día. Vivir es la palabra llevada a la máxima expresión que emergió un día de Carmen y que me hizo cambiar muchos conceptos vitales hasta ahora dormidos para mí. Ella repitió y reafirmó esta palabra en una frase que se ha convertido en un lema vital: Vivir, vivir y vivir, muchas ganas de vivir. Así es Carmen, una mujer que se hizo a sí misma y que ha convertido una situación de dificultad en una oportunidad para agarrarse a una vida, que le debe muchos y buenos momentos. Una fotografía que simboliza un retrato convertido en espejo con memoria, para que siempre la recordemos. Una corriente artística que es una terapia para afrontar el duro trance de la enfermedad olvidándose de los dolores y efectos negativos, pensando en la luz y el brillo que reflejan sus fotografías.

En reconocimiento y homenaje a mi amiga Carmen Núñez Feria


domingo, 6 de marzo de 2016

Relato Corto: "Sólo nos queda toda la vida"

       Aquella noche no pude dormir. Esa noche, tan fría como mi corazón. Me venían, una y otra vez, las palabras de aquel médico. Retumbaba aquella palabra maldita para mí: cáncercáncer... cáncer. Ese que nos había visitado como un extraño sin avisar y lo hacía para quedarse.


    Pensé tantas cosas esa noche, me vinieron tantos momentos, recordé situaciones buscando consuelo, quise volver a la época en la que fui feliz, cuando uno es ajeno a la realidad que te marca a fuego, día a día, sin descanso. 

       Esa noche, en mi cama, tuve pesadillas, sudores que presagiaban una noche larga, hasta que pude quedar rendido y dormido a la vez. Me venían imágenes negativas de mucho dolor. Los sentía tan adentro, como un desgarro que no puedes evitar. Sentí esos cambios de humor, de ira, de sus emociones rotas, de quien entiende que su vida se acaba.



       Pero de repente desperté y me dí cuenta que sólo fue un sueño, un mal sueño. Rápidamente, sin pensarlo, me levanté y salí a la calle. Recordé las palabras de mi amiga Cristina y escuché atentamente la melodía de los pájaros que cantaban para despertar el día. Disfruté, esa misma mañana, de respirar, sentí como el viento tocaba suavemente mi cara, observé con mucho detalle el paisaje a mi alrededor, me quedé con esas cosas que pasan tan desapercibidas ante la mente humana. Sí, así fue, me armé de valor y supe en ese preciso instante que tenía que vivir intensamente.





       Amar y ser amado, sentir los abrazos más sinceros, disfrutar de los placeres más puros, vivir con intensidad. ¡Cuántas cosas nos quedan por aprender!

       El día acababa y sentí un profundo escalofrío. Pero de repente, recordé aquella frase de mi amigo Dani:

      “Sólo nos queda toda la vida por delante. Y tenía que aprovecharla”